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25 septiembre 2008

La importancia de la tecnología (II)

Hace unos días -y en uno de esos pocos momentos del mes en los que me da por pensar- hice una entrada reflexionando sobre la importancia de la tecnología en nuestros días.

Terminé con una especie de caso práctico de modo que, en un día normal de cualquiera de nosotros (expuse el mío) pudiéramos comprobar la "magia" de algunos de los inventos y desarrollos tecnológicos que nos rodean y a los que apenas prestamos importancia.

Esta es la primera parte del día, desde que me despierto hasta que bajo al garage y me meto en una masa metálica con 4 ruedas... y ahora os cuento lo que viene después.

Lo dicho, pulso una cosa de mi bolsillo, se encienden 4 luces naranjas y entro en el coche. La verdad es que aunque los coches no se hayan desarrollado tanto como otros inventos tecnológicos es un auténtico escándalo pensar que sentado en un asiento y moviendo un poco los tobillos y algo las manos, somos capaz de recorrer cientos de kilómetros.

Tras recorrer los 18 km entre mi casa y el trabajo llego al parking, lo dejo ahí y otra vez me monto en un habitáculo de 2 metros cuadrados que -tras pulsar otro botón- me lleva a la planta dónde trabajo. Milagrosamente acerco una tarjeta a un aparato que hay al lado de la puerta y ésta se abre. Increible.

Me siento en mi sitio y enciendo el ordenador. Una cosa que soporta miles de programas informáticos con los que hacer un montón de cosas (o ninguna de ellas). Me paso 8 horas ahí y vuelvo a casa.

Quedan cosas tecnológicas hasta que termina el día, pero ninguna como que en una pantalla planita aparezcan señores corriendo, jugando al fútbol o pegando tiros... sin que a mi me pase nada.

Y es que gilipollesca o no esta entrada dice verdades como puños en las que no nos paramos a pensar demasiado... y quizás hubiera sido mejor que tampoco yo lo hubiera hecho y dejara que las cosas pasen como son, sin demasiada pregunta.

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