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25 julio 2009

Fin de mi estancia en Fuerteventura


Termina mi estancia en el hotel Esmeralda Maris de Fuerteventura, y mi resumen después de una semaa no puede ser más positivo.
  • Trato cercano y profesional. En mi opinión es un equilibrio dificil de conseguir. A veces en pos de la profesionalidad se toma una actitud demasiado fría, y cuando ocurre lo contrario y el personal intenta acercarse al cliente, se aproxima de modo que parecen tus amigos de toda la vida. En el hotel Esmeralda Maris, el equilibrio entre la profesionalidad del personal del hotel y a la vez la cercanía es perfecto... posiblemente porque Antonio Barragán ha logrado rodearse de gente con experiencia y ha sabido transmitir un concepto que todos ejecutan a la perfección.
  • Una playa impresionante, con unas vistas desde la habitación que nada tienen que envidiarle al Caribe ni a ningún otro lugar del mundo. Además la zona de Costa Calma -dónde está situado el hotel- tiene una especie de micro-clima que le aisla de las altas temperaturas que esta semana que hemos estado aquí ha sufrido la isla. Incluso un viento (de gran fama en Fuerteventura) que en ningún momento ha resultado molesto, ya que te quitaba la sensación de calor cuando estabas tumbado en la playa.
  • Bungalows grandes y muy bien decorados. Se parece bastante al típico apartamento de la playa que cualquiera de nosotros podríamos decorar. Muchísima luz, estancias grandes y con los muebles justos. Ni sensación de abandono ni demasiados muebles. Una cama 3x2 y una bañera enorme ayudan también a que te sientas como en tu propia casa.
  • Buena comida, ambiente tranquilo y relajado (alejado de niños correteando por tu alrededor), un spa chulísimo, una chica que da masajes que no deberían dejar escapar porque tiene unas manos espectaculares... y demasiadas cosas a favor que hacen que sea lógico que la gente repita.
Hoy por la mañana me contaba Antonio que muchos clientes llevan viniendo a este hotel muchos años, y después de haber pasado una semana entre ellos, no me extraña lo más mínimo. El otro día nos comentaba un camarero que tal es la confianza con muchos clientes (especialmente alemanes en épocas de no-verano-peninsular) que a veces le venían pidiéndole las llaves de su furgoneta porque iban al supermercado a cargar provisiones.

En fin, que se lo voy a recomendar a mi hermana, que es una enamorada de las Islas Canarias y creo que la única que le queda por visitar es Fuerteventura... y existiendo este rinconcito en Costa Calma llamado Esmeralda Maris, no puede seguir así.

Mañana madrugon y a continuar mi segunda parte de las vacaciones entre Cantabria y Málaga... que duro es esto de tocarse los huevos!!!

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