En mi vena altruista y de impulso a mi "personal branding",
acepté una colaboración en "Retos Directivos", de Harvard Deusto y la EAE Business School por la que me
invitaban a comentar sobre un artículo en que hablaban sobre reputación
corporativa... y si bien aquí podéis ver el artículo en su web, os dejo el original a continuación.
Seguramente se hayan escrito cientos de libros sobre reputación corporativa
tratados desde diversos ámbitos, si bien normalmente se relaciona dicha
temática con los departamentos de recursos humanos y/o de comunicación o
marketing. Con esta visión, el área de recursos humanos cuidará la
reputación corporativa “interna” y comunicación/marketing lo hará de nuestra
reputación corporativa “externa.
En un plano teórico se dirá que desde los departamentos anteriormente
señalados se han de diseñar e implementar acciones que influyan en la reputación
de nuestra empresa, y para ello –desde el punto de vista de recursos humanos-
hay muchas formas de demostrar la apuesta en algo como la imagen que nuestra
compañía refleja, y cómo esta afecta a la misma.
Planes de carrera, conciliación de la vida laboral y personal, un plan de
retribución flexible, etc son algunas
de las medidas que desde recursos humanos pueden ponerse en marcha para incidir
en la satisfacción interna de los trabajadores, diferenciarnos de nuestros
competidores y, de paso, “vender” hacia fuera un interés para el mercado
laboral que va más allá del número de ceros que tenga tu retribución bruta
anual.
Desde el punto de vista de comunicación y marketing tendremos que responder
a la imagen que se tiene de nuestra empresa, y respetar al máximo los valores
de marca que estamos proyectando al exterior. Hoy en día debemos prestar especial atención a la gestión de imagen de
marca, pues una empresa no es lo que vende o lo que trata de proyectar, sino lo
que los demás opinan de ella, y hoy en día –con la influencia de las redes
sociales- esta cuestión es de vital importancia. Ha de existir una coherencia
entre lo que decimos que somos y nuestra forma de interactuar con el entorno
(físico o virtual), o nos veremos atrapados en tensiones fruto de nuestra falta
de coherencia o la independencia y poca homogeneidad de los silos
departamentales en los que se ha podido convertir nuestra empresa (por ejemplo
el área comercial puede estar proyectando una imagen que el departamento de
atención al cliente no consolida en su gestión diaria).
Asegurar que hay una estrategia y unos procedimientos que cuiden de la
reputación corporativa está bien. Pero yo me pregunto si es esto suficiente. Me pregunto si una vez activadas dichas
políticas y procesos de “creación y cuidado de nuestra reputación corporativa”,
podemos relajarnos y dejar que dichas semillas germinen dentro y fuera de la
organización. Y creo que no. Creo que es condición necesaria, pero no
suficiente.
Lo cierto es que todos y cada uno de los empleados de una empresa
somos una parte de la reputación que de la misma reflejamos puertas adentro y
–sobre manera- puertas afuera. Nuestra forma de actuar como individuos
hace que los demás (compañeros, competidores, proveedores, clientes o incluso
amigos y conocidos) se hagan una idea de los valores y la imagen reflejada por
nuestra compañía.
Y este es –a mi entender- el verdadero reto de los departamentos de
recursos humanos. Hacer que el empleado se sienta orgulloso de pertenecer a su
empresa. Comulgar con la visión y los valores de la misma no es solo una
premisa necesaria para el éxito de la organización, sino una forma de aportar
valor añadido en lo que cada uno de sus individuos refleja de la misma.
Porque la reputación corporativa no es algo que pueda imponerse solamente
desde dentro, sino que es una actitud y una forma de actuar que todos debemos
reflejar también fuera de nuestra organización. Solo así –con la pasión de las
personas por nuestra empresa – podremos de verdad marcar la diferencia.
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