Cualquiera que haya pasado por una escuela de negocios coincidirá conmigo en que una de las palabras que casi siempre definen los masters, bien sean a tiempo completo, parcial, o incluso los que se realizan online, es INTENSIDAD.
Todo es intenso. Desde la cantidad de materia que te metes entre pecho y espalda a las relaciones que haces durante dicho curso. Recuerdo perfectamente como el día antes del MBA que realicé en 1999, iba camino al estudio en el que viví esos 9 meses, cargado de los apuntes del primer trimestre y pensando...¿pero dónde me estoy metiendo?
Igualmente que recuerdo los clasificadores azules cuando terminábamos allá por Diciembre, recuerdo los buenos amigos que hice y que, por suerte, mantengo casi 15 años después. Pero incluso esas amistades hay que ganártelas entre sudores y lágrimas, ya que un buen master hace que tus propios compañeros de grupo, son tus rivales... pero cuando una rivalidad es sana, se lleva con gusto.
E incluso si la escuela de negocios merece la pena y tienes un poco de suerte, guardarás buen recuerdo de todos o al menos de algunos de los profesores (y si tienes más suerte aún, alguno de ellos se convertirá con los años en uno de tus grandes amigos). Recuerdo perfectamente dos o tres profesores de los que marcan diferencias, y creo que en cierto modo, ahí arranca mi pasión por la formación... y que haya hecho algunos pinitos en algún master (y otros en los que participaré después de verano).
El caso es que si tienes la oportunidad de pasar por una buena escuela de negocios y potenciar o redirigir tu futuro, te recomiendo que lo hagas, porque además de los conocimientos -que se presuponen- te irás con un buen saco de experiencias y una huella que de una u otra forma te quedará dentro para siempre.
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