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04 abril 2013

Desnúdate para reivindicar los edificios abandonados

No suelo hacer copy&paste de ningún artículo, pero en esta ocasión con el permiso de Yorokobu y en especial del autor de esta entrada, Juanjo Moreno, voy a saltarme mis propias reglas y voy a copiar el texto tal y como lo encontraréis en Yorokobu, su fuente original... pero es que me parece un post escrito de una forma espectacular, y el contenido... qué deciros!!

Esto es una acción de street marketing, y lo demás son tonterías!!

Disfrutadlo porque merece la pena

Lejos de buscar la provocación fácil, The Humping Pact es un proyecto que quiere llamar la atención y devolver vitalidad a aquellos lugares que han sido abandonados y que ya no están en funcionamiento. Y lo hace mediante decenas de cuerpos desnudos desperdigados por estos escenarios que, en su versión vídeo, no cesan de mover la pelvis en un loop inagotable de copulaciones.

El concepto fue creado y realizado por el español Diego Agulló y el ruso Dimitry Paranyushkin. “Entendemos The Humping Pact como un homenaje a espacios disfuncionales y abandonados que aún emanan potencial creativo y como una meditación estética sobre el deseo humano de creer en lo inútil y de concebir lo imposible”, explica Agulló.

Todo empezó mientras ambos residían en el centro de coreografía Pact Zollverein en Essen, Alemania. Desde su paso por este centro, la mayor parte de su trabajo se desarrolla dentro de la escena de coreografías y performances, actividades en las que se presta mucha atención a investigar el cuerpo y su potencial como creador de significado. “Por eso, The Humping Pact es una celebración del cuerpo humano que se agita por el deseo de inspirar”, dice Diego Agulló.

Mientras que la fotografía es complementaria, el formato natural de estos trabajos es el vídeo, ya que el movimiento sin fin de los cuerpos copulando ponen de manifiesto la idea de insistencia en la acción. “Se trata de un movimiento mecánico que produce un efecto meditativo a través de la duración”. Por eso sus exposiciones, normalmente, son instalaciones donde cada escena se mantiene en loop como fotografías animadas.

Tanto las fotos como los vídeos muestran una multitud de cuerpos. Sin embargo, son solo los de los dos artistas multiplicados digitalmente. De ahí que solo haya hombres en las imágenes.

El proyecto está concebido a partir de misiones, que son cada una de las intervenciones que realizan. Su página web cuenta con un mapa donde van documentando los diferentes cometidos, la mayoría de ellos vinculados a espacios arquitectónicos abandonados, deteriorados o simplemente olvidados.

Otras veces, son espacios controvertidos por alguna razón. “Mientras que en Essen exploramos la síntesis con el paisaje industrial que cayó en desuso hace años, en el caso del Palacio de Justicia de Bruselas lo seleccionamos por su controversia, no solo por la simbología con la justicia, sino porque todo el mundo en Bruselas sabe que llevan seis años renovándolo sin que se concluya, dejando algunos espacios en desuso y en un estado lamentable”, señala Agulló.

En ninguna de sus misiones piden permisos a las autoridades locales. Simplemente, lo hacen. Uno se desnuda mientras el otro graba, para, posteriormente, cambiar los papeles. Y nunca han tenido problemas de ningún tipo. “Por supuesto que la gente se sorprende, pero somos más rápidos que las fuerzas del orden”.

Una de sus últimas tareas fue en Copenhague, donde se produjo una excesiva atención hacia la parte más polémica del proyecto: el carácter sexual de la acción y el desnudo. Pero los autores mantienen que esa es una lectura superficial. “La idea clave es hacer visible la intención que reside detrás de esa acción: insistir, persistir, creer en lo imposible e inútil y celebrarlo”, aclaran.

Saben que el desnudo y lo sexual despierta el morbo y el interés de mucha gente. Pero ese no es su objetivo. El desnudo no es algo gratuito, sino importante para crear intimidad con la arquitectura. Después de todo, hay un montón de edificios en la historia del arte que cuentan con esculturas de desnudos en sus fachadas y que pasan inadvertidas. “La idea del ‘humping’ (follar en castellano) es más evocadora que provocadora, produce cierta efervescencia en el espectador, pero es para estimular la interpretación y no tanto un gesto ofensivo”.

Cada proyecto es producido por los autores, que cuentan con la ayuda del crowdfunding, aunque en ocasiones es comisariado por instituciones artísticas o teatros. Por eso en su web hay un espacio reservado a la gente que les ayuda a realizar este proyecto. Según el importe de la donación, la persona puede llegar a proponer nuevos objetivos para futuras misiones.

Su última misión ha sido en España, en el mismísimo Congreso de los Diputados de Madrid.

1 comentario:

diseño corporativo dijo...

Sin duda alguna es una forma muy buena para llamar la atención.

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