15 noviembre 2014

El Blog del Marketing

No sin mi agenda


Lo que no está en mi agenda no existe.

Es una máxima de mi día a día...y una frase que repito con cierta frecuencia a mis colegas de trabajo y amigos.

No solo en el trabajo (obvio), sino también en mi vida personal. Intento recoger en mi agenda digital (sincronizada vía Outlook) todo lo que pueda tener alguna implicación en planificaciones futuras.

Si voy a tomar unas cañas con unos amigos un jueves, lo meto en la agenda aunque parezca un paranoico. Si mi mujer va al cine el miércoles tarde, hago lo mismo. Y todo tiene un motivo. No quiero invertir ni un segundo de mi tiempo en tratar de recordar esos eventos, si la tecnología ya lo hace por mi desde el mismo momento que registro dicho evento en el calendario.

Citas con el médico, vacaciones, una carrera de 10km este domingo, cumpleaños, aniversario, recordatorios. Registro todo. Es la forma de asegurar que no se me queda nada fuera del radar cuando alguien te habla de tomar algo, de verte o simplemente tienes una reunión a una hora extraña. Incluso a diario suelo bloquear los espacios de la comida, pues es algo que intento mantener para lo indicado: comer.

Evidentemente por motivos de trabajo aún es más importante. No sólo apunto las reuniones (obvio), sino también bloqueo aquellos huecos dedicados para las tareas más relevantes del día o de la semana. Me ayuda a planificar mi semana, aunque reconozco que no siempre lo cumplo, porque terminan entrando cosas más urgentes o porque algún paletazo (que los hay) te empotra una reunión pisándote una que ya tenías previamente cerrada, aludiendo ridículas excusas como “es que todos podíamos en esa hora, así que…”

De todos modos, el tema de las reuniones es un mal endémico de las grandes empresas. Hay días que de las 9 o 10 horas que me paso en la empresa, apenas consigo sentarme en mi sitio más allá de dos horas. El resto del día me paso de un sitio a otro reunido. Hay días que tengo lo que he auto denominado “reuniones-encadenadas”, que terminan justo antes de la hora de la comida, arruinándote el día, pues cuando vuelves a tu sitio te encuentras 60 o 70 emails que leer/responder, eso sin tener en cuenta que quizás tengas que hacer algo para alguna presentación o –cómo no- reunión importante ya planificada.


En fin, que menos mal que existen las agendas y menos mal que podemos llevarlas sincronizadas entre el teléfono y nuestro Outlook, Gmail, o servicio de email que utilicemos.

¿Tu cómo lo haces? Sigues utilizando servilletas de bar y apuntándote las cosas en el dorso de la mano? ¿Has tecnificado tu vida? Cuéntame

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