Recuerdo
hace bastante tiempo (quizás 8 o 10 años) que entré en un restaurante de Madrid
y me quedé asombrado al ver que el camarero me estaba tomando la comanda con
una especie de TPV (como el que usan para pasarte la tarjeta de crédito) algo
más grande y que era manejada con un puntero.
En su
momento llamó mi atención por lo “revolucionario” del asunto y por las ventajas
que intuía tendría usar ese tipo de tecnología donde, la comanda era enviada de
forma inmediata a la cocina (e imagino que esta le devolvería al terminal del
camarero otro aviso cuando estuviera lista y preparada para ser servida),
además de las ventajas en términos de explotación de información por parte del
restaurante.
Imaginad
el perfilado de clientes y la gestión del stock de un restaurante con este tipo
de datos bien almacenados y explotados de forma regular (huelga decir que aquí
echo mi imaginación a volar y abuso de mi perfil y experiencia profesional en Business
Intelligence), así como para probar el éxito (ROI) de determinadas acciones
orientadas a captar nuevos clientes, a incrementar la fidelidad de los mismos,
o simplemente a incrementar el ticket medio de cada mesa.
Hoy en
día es cierto que cada vez vemos de forma más frecuente aplicaciones que corren
sobre los sistemas operativos dominantes en el mercado (IOS y Android), y que
muchos alojamientos de restauración (principalmente restaurantes) utilizan a
diario, todavía con cierto coste de implementación y/o formación por parte de
algunos camareros, aspecto a tener en cuenta en un sector donde el índice de
rotación es bastante elevado, sobre todo en temporada alta, donde podemos ver
que la plantilla de un bar, restaurante o chiringuito es 100% nueva.
La
imagen que da el camarero a la mesa a la que está sirviendo es importante. Los
comensales han de sentir que la comanda es recogida de forma ágil y eficiente
(se supone que alguna ventaja tendrán dichos “aparatos” con respecto al método
tradicional, y a los clientes poco o nada les importa lo que ocurre de puertas
para adentro con el análisis de dicha información y la ventaja que los gestores
del negocio puedan obtener para ellos mismos, así que tener unos buenos
procedimientos y una buena formación es muy importante (más quizás que el
potencial beneficio de una implementación defectuosa)
Así que
–como todo en la vida- estoy siempre a favor de la tecnología aplicada a más y
más cosas… pero sobre todo, soy muy fan del sentido común a la hora de hacer
las cosas.
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