Es una leyenda del baloncesto. Nos guste o no. Y ahora que se retira es el momento de los reconocimientos que quizás no le dimos mientras jugaba. Porque cuando lo hacía era insaciable y sus ganas de ganar eran infinitas.
Siempre quería más (quizás demasiado), y llegó a ser ese jugador que disfrutaba siendo el fruto de la ira de los aficionados de las pistas en las que dejaba su huella. Y ahora descubro estos dos vídeos casi de casualidad, así que los comparto con vosotros porque me parecen un escándalo y toda una declaración de intenciones.
No me quieras. Odiame (y así seré mejor)
Y en este otro (nuevo) se ve como dirige a un coro de aficionados de sus equipos rivales en una canción de despedida por la que los demás han aprendido a amar a Kobe de tanto tiempo que le han odiado.
Espectacular
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