Odio Renfe (ojo, hay una página en Facebook con este nombre)
Lo he dicho varias veces en este blog, casi
siempre por alguna experiencia como viajero o como cliente (frustrado) al
tratar de comprar en su obsoleta y poco funcional página web y al intentar
entender su arcaica gestión de precios y –sobre todo de oferta-
Renfe no es la línea de alta velocidad (AVE) de la que tanto
presumimos en España, y que ha ido creciendo al ritmo del politiqueo extremo y
(estoy seguro) de los sobres bajo cuerda que han conseguido que ciudades de
tercera división que todos conocéis si le echáis un vistazo a los trayectos de
AVE más relevantes de nuestro país, tengan una parada en la “cream de la cream”
de las comunicaciones por tierra.
Renfe es el Alvia que recorre tortuosamente Madrid y
Cantabria y un montón de destinos de segunda división, acumulando retrasos sin
explicaciones, anulaciones de billetes o –lo más incomprensible desde mi punto
de vista- una paupérrima oferta que hace que viaje un tren cualquier viernes de
verano a las 15.30 desde Chamartín hasta Santander, con sólo cuatro vagones que
–por supuesto- han vendido todas sus plazas una semana antes de la fecha de
salida… sin que eso les encienda la luz a los directivos de Renfe para poner
más vagones y (por cierto) ganar algo más de dinero.
Pero eso da igual, porque son empresas que no tienen la
generación de beneficios en su ADN. Están por estar. Condenadas a fracasar en
cuanto un poco de aire fresco o sentido común termine con su concesión y una
empresa que quiera ganar dinero y satisfacer a sus clientes sin tratarlos como
cautivos que para hacer este trayecto apenas tienen el autobús y el coche como
posible competencia. Pero si tenemos en cuenta la situación de nuestras
carreteras en los meses de verano, fácilmente os daréis cuenta que las opciones
para evitar el frustrante atasco de entrada un domingo cualquiera en Madrid se
limitan a un tren desastroso o un avión (con pocos vuelos) que tampoco parece
tener cintura y ofrece volar a precios inalcanzables.
Pero esto no pasa con los viajeros que suelen visitar
Sevilla, Córdoba, Málaga, Zaragoza, Valencia, Barcelona, León, Valladolid, y
algún otro privilegiado. Para los viajeros que tengan la suerte de desplazarse
a estos destinos, las penurias son de otra índole. Principalmente en la escasa
política de promociones y la escasez de tarifas más económicas que les obliga –casi
en modo autómata- a pagar 130€ por ir y volver a los destinos estrellas del AVE
Una y otra situación reflejan a las claras la mala gestión
empresarial de una empresa que está abocada a la desaparición o al sustento
constante por parte de políticos que la mantengan a flote para beneficio del
bolsillo de unos pocos mangantes a los que poco les preocupa que se acumulen
retrasos, cancelaciones, que viajemos 4 horas y media a 27º o que la oferta a
los principales destinos sean tendentes a 0.
¿Para qué se van a preocupar de poner más vagones en fechas
clave (Navidad o Semana Santa) si nadie les mira en base al beneficio que
consigan?
¿Qué más da que la página web o la aplicación móvil parezcan
hechas hace 20 años aunque el coste de las mismas haya sido –con toda seguridad-
desorbitado?
¿Por qué iban a apostar por la innovación poniendo servicio
de wifi a bordo o simplemente unos enchufes en todos los trenes?
¿Qué más les da que lleve 20 minutos con olor a mierda/caca/escrementos
en un vagón –por cierto- de clase preferente?
Podría seguir escribiendo mil ejemplos… pero afortunadamente
no soy un “heavy user” de Renfe… quizás estas líneas os ayuden a entender por
qué.
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