Medio mundo lleva más de dos meses luchando contra el Covid-19 en una situación nueva para todos, y donde actualmente se están poniendo los esfuerzos en afrontar la crisis sanitaria para frenar así la tasa de contagios y el número de fallecidos. Después vendrá el reto de afrontar la mayor crisis económica y social que hemos visto en años, pero eso es otra historia.
En este periodo en el que nos encontramos, empresas y personas se han tenido que adaptar a nuevos paradigmas en muchos aspectos de nuestras vidas:
- Para empezar, hemos dejado de relacionarnos como lo hacíamos; hemos roto (o al menos postergado) el cordón umbilical que nos une con nuestros padres, a los que llevamos mucho tiempo sin ver.
- Cambia la forma en la que compramos casi cualquier cosa, dándole mucha más relevancia a las compras online, y en estos dos meses, el comercio minorista le ha ganado terreno a las grandes superficies.
- Otros de los cambios importantes (aunque hay muchísimos más) es el que se da en el entorno laboral, donde hemos pasado del contacto físico al contacto virtual y -en mi opinión- no ha pasado nada.
Es curioso ver cómo algunas empresas, y sobre todo determinados perfiles necesitan un empujón para ver cosas que antes no veían o no querían ver. Y espero que después de lo que está pasando con el Covid-19, muchas empresas se planteen si tiene sentido la actual necesidad de un espacio físico (llamado oficina) en el que los trabajadores tengan que estar juntos trabajando, reuniéndose, etc.
Es cierto que depende del tipo de trabajos y que no se puede generalizar, pero aquellos que para trabajar necesitamos poco más que un portátil y una buena conexión a Internet, nos da igual trabajar físicamente en una oficina que en el salón de casa.
Desde que trabajé en Nokia mi forma de entender el trabajo cambió. Aún recuerdo mi primer día, hablando con la responsable de recursos humanos, a la que le pregunté cuál era el horario. Su respuesta quedó grabada en mi mente y desde entonces la aplico conmigo y con mis equipos. "No hay horario. Vienes cuando quieres y te vas cuando puedes"
El trabajo es un proyecto o varios, en los que has de gestionar tu tiempo y asegurar que las piezas encajan para entregarlo en una fecha previamente acordada (o impuesta). Cómo lo hagas es cosa tuya. Puedes gestionar a tu equipo, pero has de coordinar con terceros para que todo esté perfecto en la fecha. De la misma forma que yo no digo nada si trabajo 4 horas de un sábado y 4 de un domingo, nadie tiene que andar preguntándome donde estoy, si un martes por la tarde no encuentro mi punto de motivación, o estoy cansado, o simplemente prefiero irme a dar un paseo por el monte.
También me pasó alguna vez (fuera ya del entorno tecnológico y de mentalidad finlandesa) que un responsable de recursos humanos me dijo, cuando la empresa decidió instalar Skype Empresarial, algo así como "está genial esto, desde mi despacho puedo ver quién está trabajando y quién está desconectado".
Son dos formas de entender el trabajo distintas, y diría que esta segunda todavía sigue muy presente en muchas empresas y en mentalidades "de otro tipo". Es cierto que si das libertades, has de tener un equipo maduro para tomarlas como tal, y que siempre encuentras a la oveja negra que cuando le das la mano, se termina quedando con el brazo y las dos piernas, y que entienden la libertad como libertinaje. Pero incluso en eso es bueno el tele-trabajo. Te ayuda a distinguir el grano de la paja, cosa que a lo mejor viendo a una persona sentada en un puesto y pensando que está haciendo algo, no puedes ver.
Ahora que estamos afrontando la vuelta a la nueva normalidad, las empresas están adecuando sus espacios de trabajo (oficinas) para cumplir con los estándares de seguridad requeridos, pero me planteo si no tendría sentido que haya una oficina con 1/3 de capacidad para aquellas cosas que sigan siendo necesarias hacerlas físicamente (si bien no encuentro cuáles), y fomentar el tele-trabajo de una vez por todas.
De hecho, aún estamos a vuelta con la re-apertura de la oficina, y yo me estoy planteando que al menos hasta la vuelta de verano, mi día a día será parecido al de estos dos meses, y trabajaré en remoto. No encuentro ninguna razón por la que estar en la oficina me vaya a hacer más productivo... aunque si echo de menos ver a mis compañeros y amigos, pero para tener que estar a 2 metros, no poder tomar un café porque los espacios comunes están cerrados, etc... pues me quedo en casa, trabajando en pantalón cortos y chanclas, y tan contento.
PD: Creo que somos mucho más productivos trabajando en casa que en la oficina. La cuestión es si no acabaremos convirtiéndonos en seres asociales.
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