La importancia de rodearte de un buen equipo es algo que siempre he defendido desde mi primera andadura laboral, allá por el año 2000.
Tuve la suerte de empezar a trabajar en una consultora pequeña (MBD Analytics) con grandes clientes, lo que te permite crecer como profesional mezclando lo mejor de los dos mundos. El de la empresa pequeña, cercana y familiar, con un ambiente increíble y unas ganas y compromiso que dejan huela... pero a la vez estabas físicamente trabajando en una gran empresa (en mi caso Vodafone), en la que aprendes de grandes profesionales y -sobre todo- eres capaz de asimilar lo que significa jugar en las grandes ligas.
Esa combinación, sumada a lo que significa la palabra consultoría (una especie de mili profesional que debería ser obligatoria para cualquiera que quiera hacer carrera en una gran empresa) y la suerte de rodearme de grandes jefes, compañeros, colaboradores y clientes, sumadas a mis experiencias siguientes en Nokia y ahora en NH Hotel Group, creo que han hecho que hoy tenga una serie de cosas claras, y que las defienda a muerte.
Por supuesto estas son algunas de mis reglas de oro. No diré que son las reglas de oro; pero son las mías, y creo en ellas. Aquí van:
1.- El equipo está por delante de las individualidades.
Las medallas individuales se quedan para los deportes y actividades individuales. Esto es un trabajo de equipo, y como tal los éxitos son de todos. En mi opinión, la responsabilidad de un manager es dar la cara cuando hay algún problema, pero dejar que el equipo brille y destaquen todos. El éxito de cada uno, es tu propio éxito, y a la vez el de todos.
He visto en muchas ocasiones a gente ponerse todas y cada una de las medallas que volaban por ahí, pero al mínimo revés, quitarse de en medio sin ningún pudor y decir que quiere verlo con el equipo, porque eso no es lo que él les había transmitido (incluso delante de ellos)
Me encanta la metáfora de la barca y los remos. Estamos todos en la misma barca. Tenemos un objetivo (destino al que llegar) y unos remos. Conviene remar todos en la misma dirección, y para que eso ocurra has de mantener viva la llama.
2.- Trata a la gente como te gusta que te traten a ti.
La empatía es una de las grandes carencias de la sociedad actual. Nos hemos vuelto egoístas y pensamos que el mundo gira a nuestro alrededor, exigiendo que nuestro punto de vista sea escuchado, pero sin tener en cuenta el punto de vista de nuestro interlocutor.
Los galones no vienen en tu tarjeta de visita. Los galones (en forma de respeto) se ganan con tu forma de ser y de interactuar con los demás. Manteniendo unos valores y un criterio reconocible, y defendiendo tu punto de vista con respeto y empatía.
Me encanta cuando alguien me llama para pedir algo y su primera frase es "me ha pedido el CEO". Como si te lo pide Dora la Exploradora. Necesito entender el contexto y la necesidad, de la misma forma que quiero que entiendas que el mundo no gira a tu alrededor (ni siquiera alrededor de ningún CEO).
Todos hemos adquirido compromisos con otras personas y departamentos que merecen el mismo respeto. Veámoslo. Déjame que entienda la prioridad y ten por seguro que nos pondremos con ello, aunque tu te hayas delatado con tu frase inicial. Empatía, colega. Ponte en mi lugar y lo entenderás perfectamente.
3.- Al trabajo se viene llorado de casa.
La primera gran enseñanza que adquirí haciendo el MBA del IE. No hay excusas para no cumplir con los plazos comprometidos, porque de tu compromiso de entrega quizás dependan otros compromisos, así que búscate la vida, pero no me cuentes que se ha roto la impresora, que tu perro se ha comido los apuntes o que tienes mucho trabajo.
En esencia se trata de saber priorizar y de cumplir con todos y cada uno de los plazos. Conozco a mucha gente que no es capaz de decir un "no", o un "lo miro y te doy plazo", y por no cumplir con esa sencilla tarea en ese momento, comprometen plazos globales de proyectos que van más allá de sus propias tareas. Además creo que te da una etiqueta de confiabilidad el hecho de que siempre llegues a tiempo y bien.
4.- Disfruta lo que puedas de tu trabajo.
Partiendo de la base de que estamos en la oficina de 8.30 a 19:30 (a veces más) es bueno hacer unos números rápidos que sustentan la importancia de ser feliz en el trabajo.
El día tiene 24h. Pongamos que dormimos 8h. Nos quedan 16h, de las cuales estamos aproximadamente un 70% trabajando. Ciertamente compensa disfrutar y tomarse el trabajo como un sitio donde aprender, realizarse, relacionarse, etc.
Si cada día te levantas de la cama entre refunfuños, o no soportas a tu jefe, a tus compañeros o simplemente te estás engriseciendo, te recomiendo que te marches. Hay muchas empresas en el mundo, y es mejor que te des otra oportunidad para disfrutar de ese 70% de tu tiempo de lunes a viernes que lamentarte a diario y terminar más quemado que el mechero de un hippie.
Cada vez disfruto más de ver a compañeros que tienen una curiosidad infinita. De pronto aparecen al tu despacho para contarte qué han estado viendo tutoriales de esto o aquello en Youtube, o que se han apuntado a un curso de formación para desarrollar nuevos skills. O de la misma forma, gente que asoma la cabeza para conocer mejor otros departamentos de la empresa, estudios de mercado, acciones de la competencia, etc.
Tener ese hambre es definitivo para seguir evolucionando, y crecer como profesional. La ambición y las aspiraciones tienen que arrancar por uno mismo. Nadie regala nada, así que si quieres más, búscate la forma de conseguirlo.
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