Es difícil ver que una marca se moje con un tema comprometido socialmente como puede ser la violencia doméstica (aunque hay muchos, y recientemente vimos el movimiento de las marcas protestando contra el racismo).
En este spot de IKEA, que la verdad es que da un poco de miedo, se escenifica de una forma sutil pero violenta a la vez la situación por la que desgraciadamente pasan muchas mujeres a lo largo y ancho del planeta, por culpa de un grupo de mierdecillas (porque no voy a llamarles hombres) que deben pensar que la autoridad está en la fuerza física o en el maltrato psicológico.
Pero más allá de las consideraciones sociales, que son evidentes, el anuncio me parece brillante. Lo que al principio parece un fantasma, poco a poco va dando la cara, hasta que al final del spot vemos lo que está ocurriendo en realidad.
Porque como dicen al final del anuncio, todos deberíamos estar a gusto en nuestra propia casa. Imposible encontrar una justificación más apropiada por parte de IKEA para posicionarse en contra de una lacra social que, increíblemente, seguimos sufriendo en pleno 2020.
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