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13 febrero 2022

El (lamentable) comportamiento de los padres en el deporte base

fútbol base

Soy un fiel defensor de los valores que el deporte nos da para la vida. De hecho, hace muchos años escribí un post hablando sobre ello (pincha aquí), pero no voy a repetir lo que conté en Julio de 2007, sino que voy a hablaros de algo que me ha pasado hoy y que lleva pasándome varios años en los partidos de fútbol de mi hijo Jaime.

Jaime juega este año en uno de los cadetes del C.D. Canillas, un club satélite del Real Madrid. Lleva jugando en el mismo club desde benjamines. Es decir, llevamos allí 7 años de entrenamientos, partidos, convocatorias, viajes y otro tipo de vicisitudes propias de un equipo de fútbol. Y los mismos siete años de visitas a otros campos de Madrid y alrededores, madrugones de todo tipo y relaciones con los padres de los distintos compañeros que Jaime ha tenido a lo largo de su "carrera deportiva".

Y cada año que pasa y los niños dejan de ser unos enanos hasta convertirse en unos adolescentes, me doy cuenta de dos cosas por encima de las demás:

1.- Los chavales cada vez juegan a algo más parecido al fútbol. Tocan por abajo, se colocan bien en el campo, se apoyan entre ellos y sobre todo lo demás, cada vez juegan más duro. Su cuerpo se va haciendo y de vez en cuando te encuentras a chavales que entran muy fuerte al balón, y en todos los partidos hay alguno que se queda tocado o alguna entrada algo más fuerte de lo recomendable.

2.- Los padres todavía no se han dado cuenta de que el deporte consiste en respetar a tu rival, respetar a tus compañeros, respetar al árbitro, a tu entrenador... y de paso intentar ganar. Pero si no se gana, no pasa nada, porque es una de las "cosas" que tiene el deporte. Se gana o se pierde (o empata). Pero hay que saber ganar y saber perder. Y como padres deberíamos centrarnos en que nuestros hijos se comporten como deben dentro del rectángulo de juego.

Y no. Eso no ocurre. O al menos no ocurre todas las veces, y estoy harto de ir a partidos como local o como visitante y escuchar constantemente a los padres de uno y otro equipo increpar al árbitro como si se estuvieran jugando la final de la Champios League. Realmente ni siquiera, porque también ahí hay que respetar las decisiones arbitrales.

Recuerdo hace tres o cuatro años que en un partido que jugábamos en casa, un padre del Canillas no paraba de insultar al árbitro. Pegado a la línea de banda, le puso la cabeza como un bombo al pobre árbitro que -por cierto- era un chaval de escasos veinte años que, seguramente, cobraba 20€ por pasarse una fría mañana de invierno arbitrando a unos niños de 10 años. 

Y esa es la clave amigos. ¿Qué ejemplo le estamos dando a nuestros hijos si nos ponemos a gritar como energúmenos, insultando, blasfemando sin parar durante todo el partido? Flaco favor les hacemos a ellos, porque -especialmente ahora que tienen otra edad y otras reacciones- los niños se van calentando del ambiente hostil, y es raro el partido que no acaba habiendo algún amago de tangana, empujones, patadas por detrás y -consecuentemente- tarjetas amarillas y alguna roja.

Queridos padres que como yo disfrutáis de ver competir a vuestros hijos, dejadme que os diga que un porcentaje ridículo de los niños que hoy vemos jugando llegarán a ningún sitio. No estamos jugando la final de ninguna competición europea, pero aunque lo estuviéramos haciéndolo, tenemos que respetar los valores del deporte y transmitirle a nuestros hijos una forma de actuar y comportarnos si luego queremos que ellos lo hagan igual.

Disfrutad de los partidos. Del esfuerzo de los chavales, del juego desplegado, de los goles y oportunidades y de su progreso. Es bonito verles jugar con un chip positivo y no con el colmillo afilado y dispuesto a dar riendas a vuestras frustraciones cargando contra el árbitro, contra los rivales, contra el entrenador rival y -aunque os parezca imposible- contra algún compañero y nuestro propio entrenador.

Yo vengo del baloncesto, y siento decirle a los futboleros que a nivel respeto de jugadores y público es otro mundo. Ocurre en categorías inferiores, y termina traduciéndose en el profesionalismo. Pero imagino que esto es harina de otro costal, y que daría para un post en si mismo.

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