Siempre me he considerado una buena persona. Un buen tipo. Educado y empático. Entendiendo por empático algo más que ponerse en los zapatos de la otra persona, sino no hacer lo que no me gustaría que me hicieran a mi (y entender cada situación desde los posibles ángulos de mi interlocutor).
Pero resulta que desde hace algún tiempo, quizás unos años, me estoy volviendo un tontaina. Y lo peor es que no tengo ninguna intención de dejar de serlo. Pero dejad que lo explique un poco mejor y seguro que entendéis mi situación.
En el trabajo recibo diariamente entre 20 y 30 mensajes de todo tipo de proveedores relacionados con mi actividad profesional ofreciéndome todo tipo de servicios y soluciones para aumentar mi negocio, reducir los costes, hacer más eficientes las tareas del back-office y muchas otras "oportunidades que no debería desaprovechar".
La mayoría de esos emails están escritos sin ningún tipo de personalización. Como mucho alguna alusión a mi puesto o a la empresa (fácilmente etiquetable recogiendo dicha información de Linkedin), y a continuación el mensaje sin alma, que me escriben a mí y con seguridad a muchos otros profesionales, de mi empresa y de mis competidores. Es lo más parecido a un newsletter. Algunos lo titulan así, lo que hace que lo borre casi inmediatamente, y otros intentan disimularlo, pero os adelanto que no cuela.
Últimamente estoy viendo una nueva tendencia que me hace todavía más gracia. Los emails escrito por la secretaria del CEO No quiero copiar y pegar algunos de esos emails porque todavía me queda algo de decencia profesional, pero digamos que cada vez me encuentro más correos de este tipo:
"Estimado Sr. Molleda, le escribo en nombre de Fulanito, CEO de Superempresainthenight, que estará en Madrid el próximo Jueves día 22. Al Sr. Fulanito le gustaría concertar una reunión para poder explicarle las bonanzas del nuevo servicio de Superempresainthenight... bla bla bla"
Me dan muchas ganas de contestarle a la amable secretaria del Sr. Fulano, que si tan importante es concertar esa reunión para el Sr. Fulano, quizás haría bien en ser él mismo quién escriba el correo (o lo parezca) o me haga una llamada telefónica... porque en caso contrario, mi grado de atención será recíproco al suyo.
Luego encontramos a Los descoordinados. Estos suelen pertenecer a empresas grandes. Multinacionales con mucha rotación de personal, distintas oficinas y responsabilidades que hacen que, en algunas ocasiones, el CRM que utilizan no termine de arrojar toda la información para preparar una visita de forma profesional. Estos correos son algo como lo que sigue:
"Hola Pedro, soy Pepito de los Palotes, responsable comercial de la empresa D/s, líder mundial en lo que sea, y nos gustaría poder tener una reunión contigo para mostrarte las nuevas funcionalidades de nuestro nuevo producto Analintruder, que le permitirá (un listado de ventajas prácticamente imposible de rechazar). Podemos agendar una reunión de 30 minutos a lo largo de la semana para que lo conozca de primera mano."
Pepito, macho. No tienes que presentarte, porque estuvimos reunidos hace un par de años precisamente para evaluar el producto que me ofreces. Tampoco tienes que explicar cuál es tu empresa ni a qué os dedicáis. Sois el líder mundial, copón. Se supone que debería conoceros. Además, ya que te tengo aquí, habla con tu compañera del área comercial, porque me ha escrito dos correos muy parecidos al tuyo. Portaros bien y no os peleéis. Decidid quién maneja el lead, pero organizaros un poquito mejor anda, majo.
También son muy curiosos Los pelmas-buen-rollistas. Son gente que te insiste con cariño. Gente que después de su primer email (que puede ser de cualquiera de las modalidades anteriormente descritas o de cualquier otro tipo), ante la "callada por respuesta" te escriben un email por semana con el martillo de Thor en su mano derecha. Algo así como lo que sigue:
"Hola Pedro. Debes estar hasta arriba (les falta un machote justo aquí). La verdad es que vuestro sector se ha visto muy afectado por esta maldita pandemia, y precisamente por eso imagino que no hayas tenido tiempo de contestar mi correo. Pero no te preocupes que aquí estoy yo para recordártelo y pedirte 15 minutos para contarte nuestro producto, que estoy convencido que te va a encantar... bla, bla, bla."
Hola campeón. Qué gusto volver a verte en mi bandeja de entrada otra vez. No. No me olvidado de ti. Simplemente no te he escrito porque no me interesa tu producto, ni me inspira confianza tu logo con un tipo con gafas de sol sobre fondo rojo. Estoy hasta arriba de trabajo, sí... pero recibir un email tuyo por semana durante 4 semanas, tampoco ayuda, por mucho que pidas 15 minutos (que por cierto, te darían para poco, así que elige bien lo que pides, porque puede ser tu única opción). Por cierto, efectivamente mi sector ha sido duramente golpeado por el Covid. Lo sé porque hemos estado casi dos años entre ERTEs y EREs. Una situación que me encanta recordar cada semana. Gracias.
Me he dado cuenta de que podría estar describiendo sobre otras tipologías de emails, pero si recibo más o menos 100 emails de estos a la semana, vosotros no tenéis la culpa. Y he empezado este post diciendo que soy más o menos empático, y no un cabrón con pintas, así que seré consecuente con mi palabra.
Pero sirva este post para explicar que me he vuelto un maleducado por obligación. No tengo tiempo material en el día para contestar todo lo que me llega. Tendría que dedicar casi una hora al día, y la verdad no está la cosa para perder el tiempo. Llego con la lengua fuera a casi todo y por mi forma de ser tiendo a tener 20 ventanas abiertas a la vez. 4 PowerPoints, 3 Excels, 3 PowerBIs, 12 correos electrónicos de proyectos de todo tipo, conversaciones en Teams con mi equipo o con otros compañeros... y no me da la vida para responder a cada uno de los correos con todo tipo de ofrecimientos comerciales.
Eso en los ratos que no estoy reunido. A todos aquellos que me inundan mi correo, quiero deciros que en vez de ser un cretino y escribiros un email tipo (un "copy&paste en toda regla"), prefiero no contestar y que os penséis que soy un idiota. Cuestión de prioridades supongo.
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