Seguramente hace unos meses, ninguno de nuestros hijos en el tramo entre los 10 y 15 años sabría quién era Vladimir Putin. Algún espabilado, quizás supiera que era el presidente de Rusia, pero estoy convencido de que si hoy 6 de Marzo de 2022 nos pusiéramos en la puerta de un colegio a preguntar a los chavales de ese tramo de edad, todos sabrían que hace poco más de 10 días, decidió invadir Ucrania.
Antes de empezar, anticipo mis disculpas, pues este post no pretende ser una epístola dogmática ni un escrito histórico. Y por supuesto quiero que sepáis que tengo bastante poca idea de casi todo, pero creedme si os digo que no soy tan engreído como para analizar el pasado o futuro de Rusia, Europa o el mundo desde un punto de vista geopolítico.
Mi intención es daros mi punto de vista sobre Vladimir Putin y algunas similitudes que veo con hechos pasados. Y de la misma forma que se lo digo a mi equipo cuando tenemos que contar algo en Comité de Dirección, voy a tratar de contároslo como si se lo estuviera escribiendo para mis hijos. Son mis reflexiones y quedan para mí y para esos cientos de incautos que estéis dispuestos a seguir leyendo a partir de ahora.
Pero antes de meternos en harina, sería bueno dar algunas pinceladas sobre el personaje en cuestión. No voy a leerme biografías oficiales ni oficiosas, pero sí que he acudido a la enciclopedia del S.XXI (Wikipedia), y de lo que allí he leído os daré unos brochazos de quién fue Putin antes de llegar a ser lo que es ahora mismo, aunque os recomiendo de verdad que le echéis un vistazo a lo que allí aparece.
Creció dentro de una familia humilde cuyo padre era militar y en la que sus dos hermanos murieron bastante pronto, lo que le dejó como único hijo. Estudió derecho y se graduó con honores. Poco después de terminar su tesis sobre Estados Unidos en África, fue reclutado por la antigua KGB. Terminó trabajando como agente en Alemania, hasta que después de la caída del muro de Berlín (Noviembre de 1989) fue requerido de vuelta en Rusia.
Una vez de vuelta en casa, comenzó a tontear con la política, siendo nombrado presidente interino de Rusia en el 99 gracias a la renuncia de su predecesor Boris Yeltsin.
Cabe destacar que la de Ucrania no es la primera guerra liderada por Putin. En su momento Chechenia fue el enemigo, y las guerrillas se adueñaron de Moscú y otras ciudades rusas, consintiendo así un ofensivo ataque aéreo sobre Chechenia (aunque algunas lenguas sugieren que los actos terroristas y muertes sucedidas en Moscú y que le sirvieron para justificar el ataque, pudieran haber sido organizados desde el propio Servicio Federal de Seguridad).
Putin lleva en el poder desde entonces (con matices), y lo que ha hecho principalmente ha sido concentrar el poder en su persona y liderar con puño de hierro y con bastante pocos escrúpulos. Son conocidos varios casos en los que algunos personajes críticos con las políticas de Putin han sido envenenados, desaparecidos o encarcelados, de modo que lo que parecían avances democráticos en la época de Gorbachov o de Yeltsin (más famoso por sus borracheras que por su política) ha terminado por convertirse en algo muy parecido a una dictadura encubierta.
Es importante destacar que en las últimas "elecciones" Putin recibió el respaldo de hasta el 85% de los rusos, lo cual deja sólo dos opciones para interpretar esta información. O lo está haciendo muy bien o los rusos están acojonados por las consecuencias de votar cualquier opción. O quizás haya otra opción, y es que las fuerzas oscuras (a saber, servicios de inteligencia) se han encargado de que no haya una alternativa real de poder a Putin.
Lo cierto es que pienso en Putin y veo analogías con otros dictadores. Hitler, Franco, Maduro, o Kim Jong-un. Ansia de grandeza, acumulación de poder extremo, limitación de libertades y cierto olor a comportamientos mafiosos aquí y allí que acaban pasando impunes a pesar del escándalo que producen en occidente por motivos más que evidente.
El caso es que con esta idea de bombero torero de invadir Ucrania y lanzar una ofensiva militar contra el país vecino, Putin se ha puesto en el centro de la diana de todas las democracias occidentales. Desde Estados Unidos a Europa, muchos países están imponiendo todo tipo de sanciones para aislar a Rusia en términos financieros (el rublo ruso ha caído más de un 30% en menos de dos semanas), comerciales, de movimiento de personas y muchos otros que parecen no importarle demasiado a Putin (y que están empobreciendo más aún a la población), ya que recientemente ha manifestado que quién tome medidas contra Rusia, pasa a formar parte de el enemigo.
Mientras tanto, en un momento de la historia donde hay muchísima información, no dejamos de recibir impactantes imágenes de Kiev completamente arrasada por los misiles rusos, gente que duerme en el metro, en recién acondicionados refugios de la Segunda Guerra Mundial, en sótanos, o en el baño de casa, porque están más a salvo que en cualquier estancia que tenga ventanas. Cientos de miles de personas que no deben encender las luces (los que sigan teniendo suministro eléctrico) a partir de la caída del sol, porque se estarían poniendo en el punto de mira del ejército ruso. Familias rotas, con amargas despedidas en las estaciones de tren que llevan a las mujeres y los niños a emigrar a otras ciudades de Ucrania o, como ha hecho más de 1,5 millones de personas, a países limítrofes (Rumanía y Polonia entre otros) en lo que es un drama humanitario de primer nivel.
De hecho acabo de enterarme de que la Corte Penal Internacional de La Haya acaba de abrir una investigación a Putin, tras las solicitudes récord de casi 40 países, por crímenes de guerra o de lesa humanidad, aunque imagino que no estará muy preocupado, pues fue investigado también en 2014 con la invasión rusa de Crimea, y "aquí no ha pasado nada".
Sea como fuere, lo que resulta evidente es que cualquier gilipollas con aires de grandeza y con ganas de dejar su nombre grabado en la historia puede romper la convivencia y el día a día de un país, quizás de un continente y (espero que no) provocar grandes repercusiones de índole mundial. Porque no creo que a nadie se le escape la amenaza nuclear que subyace detrás del conflicto. El propio ministro de defensa ruso ha dejado caer que podrían hacer algún tipo de ataque técnico nuclear. ¿Estamos locos o qué está pasando aquí? Por mucho que se le ocurra tirar una bomba atómica "pequeñita" (ni siquiera sé si son términos que se puedan poner en la misma frase), siquiera la potencial respuesta de otros países dejaría a la raza humana al borde de una catástrofe sin precedentes.
Pero todo en la vida tiene un lado positivo. Si resulta que la cosa se complica y todos los líderes mundiales empiezan a apretar sus "botones rojos nucleares", y damos origen a la III Guerra Mundial, podemos tener la certeza de que será la más corta de la historia, y que la IV (cuando tenga lugar, porque se ve que aprendemos) se llevará a cabo con piedras y palos... porque poco va a quedar del mundo que conocemos si la escalada de amenazas y violencia sigue su curso.