Los años de crisis económica y social del Covid-19, deberían servirnos de aprendizaje para afrontar mejor futuras situaciones de incertidumbre a las que parece que inevitablemente nos estamos dirigiendo, o incluso hemos empezado a hacer frente en estos últimos meses de 2022, en los que nos hemos encontrado con una inflación global galopante que no se daba al menos desde hace 20 años.
En muchas empresas se está sufriendo una subida nunca vista de los costes de la energía, y eso termina repercutiendo en los precios finales de los productos o servicios que se ofrecen a los consumidores, pero es un dolor de cabeza en sí mismo, y todo un reto a la hora de la elaboración de los presupuestos y de la contratación de la energía a futuro, ya que el impacto de esta línea de costes en la cuenta de resultados puede ser demoledor.
Además, esta escalada de precios para el consumidor, tiene efectos también en el precio del dinero, con lo que significa esto para nuestra economía doméstica. Si sube el tipo del dinero y tenemos una hipoteca con un tipo de interés variable, significa que en los años que nos quedan de hipoteca (siempre que este tipo de interés crezca) pagaremos más. El otro día leí en las noticias que en una hipoteca media de 150.000 €, en 2022 pagaríamos casi 6.000 € más al año por las subidas del precio del dinero.
Y no olvidemos que todo esto hace que los comportamientos de los consumidores cambien. La gente le ve las orejas al lobo. Se dan cuenta que salir al supermercado y volver con la cesta llena le cuesta mucho más (tened en cuenta que hay sectores donde el aumento de los precios ha sido muy relevante). Que cada vez que llenan el depósito de gasolina de su coche es más caro. Que pasar unos días de vacaciones en el hotel de siempre es más caro...
La gente cambia su forma de consumir. Buscan ahorrar. Pero no todos los segmentos de población lo hacen de la misma forma, pues sus hábitos de consumo son muy diferentes. Hoy rescaté de la agencia de publicidad Rebold algunos insights super interesantes al respecto de cómo distintos grupos de población han adaptado sus hábitos de consumo ante la situación de inflación que estamos viviendo.
De hecho, el mayor problema percibido actualmente por los participantes del estudio es la inflación, seguido por la pobreza y desigualdad social. Desde luego, ver que se tienen en cuenta el paro, la violencia y la corrupción, demuestra que es una buena radiografía de la situación actual.
Por ejemplo, el estudio revela que, en general, el 67% de las personas han reducido sus gastos durante 2022. Pero también, que la generación de los baby-boomers está controlando sus gastos en ocio y tiempo libre, mientras que en la generación Zeta no se acusa tanto esta reducción.
Se buscan más ofertas, se aprovechan los cupones descuento y en general, se buscan fórmulas para ahorrar durante las fiestas navideñas. Comprando menos, haciendo las compras antes, o eligiendo marcas más baratas o marcas blancas, lo que demuestra una adaptación del comportamiento de los clientes a una situación concreta de su economía familiar.
Lo cierto es que me pareció muy interesante el estudio sobre inflación y marcas, porque cuando las marcas entienden cómo se comportan sus clientes (existentes y potenciales), lo lógico es que se adapten a dichos comportamientos para tratar de maximizar sus resultados gracias a incrementar la presencia de las marcas en el top of mind de los consumidores.
En teoría, cuando los resultados de las empresas son peores, y las expectativas futuras no son buenas, las empresas contraen sus inversiones en marketing. Creo que cualquiera diría que eso es algo coherente e inherente a los ciclos económicos bajistas, pero llama la atención leer en este estudio que analizaron a dos competidores que todos conocemos en cuanto a los datos de inversión en marketing y los ingresos obtenidos, logrando los siguientes resultados.
Coca-Cola, en 2020 redujo su inversión en marketing un 4%, y obtuvo una caída en ingresos de -11%.
Pepsi, en el mismo horizonte temporal, mantuvo su inversión en marketing, y obtuvo un incremento en ingresos de +5%.
Está claro que hay que analizar muchas más cosas para poder hacer una analogía entre las dos empresas. Puede haber muchos efectos que expliquen estos datos, pero tiene sentido pensar que precisamente en épocas de recesión económica, las marcas puedan tomárselo como una oportunidad para posicionarse mejor que su competencia en la mente de los consumidores, lo que le garantizará un mejor resultado futuro.
Lo cierto es que la inversión de las empresas no es homogénea. Hay industrias más afectadas y otras menos, y así podemos ver los sectores que más van a invertir en marketing y su evolución interanual en %, y debajo, las que menos.
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