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14 enero 2023

Reflexión después de tomar una decisión

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Estoy pasando una época complicada a nivel profesional que lógicamente me afecta en el plano personal. 

Llevo meses trabajando en una reestructuración del departamento del que soy responsable en mi empresa, y después de analizar durante meses perfiles profesionales, ventajas e inconvenientes, de consensuar varias opciones con mi jefe y con distintas personas clave en la organización, tomé una decisión. Una decisión madurada. Una decisión por el bien del área y que creo que hará que mi empresa tenga mayor capacidad de tomar decisiones en base a datos... de un modo más ágil y profesional. Que permita que crezcamos todos y busquemos la excelencia en lo que hacemos.

Pero como siempre, cuando tomas una decisión (y me pagan por ello), hay impactos colaterales que, incluso habiendo sido analizados en la "columna de riesgos", no esperas que vayan a suceder.  O no de la manera en que finalmente suceden. Y te dejan un mal sabor de boca que te hace volver meses atrás y revisar todos los pasos dados. Analizar las decisiones para entender qué podrías haber hecho diferente. Incluso te llevan a pensar que tú también tienes tu cuota de responsabilidad en esto o en aquello.

Y aunque llevo dos semanas difíciles, cada vez que reviso el proceso que llevé a cabo desde mayo hasta que hace tres semanas comunicamos los cambios, llego a la conclusión de que he tomado la que considero que era la mejor opción para el departamento y para la empresa. Aunque nunca llueva a gusto de todos, mi obligación es tomar decisiones (difíciles), y eso es lo que he hecho. Lo mejor que he sabido. De la mejor forma que sé. Y hablándolo hace poco con un amigo, añadí casi sin darme cuenta un atributo que para mí es relevante: "con honestidad".

No sé hacer las cosas de otra forma. Intento hacer las cosas bien. En todos los ámbitos de la vida voy con la verdad por delante. Con buena fe. Con transparencia y con honestidad. Y claro que de cada decisión que tomas en la vida (personal y profesionalmente) se dan impactos colaterales. Situaciones que impactan a unos y a otros. Y claro que me equivoco. Muchas veces. Y seguiré haciéndolo, aunque lucho cada día por mejorar. Pero también creo que cuando haces las cosas lo mejor que sabes, lo que te queda siempre es una paz interior que te ayuda a pasar mejor este tipo de situaciones que, inevitablemente, tienes que afrontar después de esas decisiones.

Creo que el tiempo da y quita razones. Cuando tomas una decisión de calado puedes acertar o equivocarte. Nunca hablamos de blancos y negros. Siempre hay matices, pero no suele haber una única solución ante un problema. Lo que sí hay es una única sensación. La de hacer las cosas lo mejor que sabes. Yo no soy perfecto, ni quiero serlo. Tampoco intento imponer mi verdad a la gente. Con humildad tomo las decisiones lo mejor que sé... pero saber que lo has hecho con honestidad, te ayuda a no tener que mirar atrás cada dos por tres.

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